LA SITUACIÓN ECONÓMICA EXIGE DE MEDIDAS CONTUNDENTES QUE PERMITAN DEVOLVER EFICIENCIA Y COMPETITIVIDAD AL MODELO PRESUPUESTARIO ESPAÑOL. EL PRESUPUESTO DE BASE CERO PUEDE SER UN BALÓN DE OXÍGENO PARA LA ASFIXIADA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA
En los últimos años hemos asistido a un escenario en el que, desde
distintos organismos internacionales, se nos ha puesto en el punto de mira.
España vuelve a ser portada, vuelve a ser objeto de recomendaciones y
advertencias de Europa, de editoriales de periódicos financieros y hashtags en Twitter. ¿Qué ha pasado?
Principalmente dos cosas. Primero, el destape de la clase política. Si a
alguien le quedaba alguna duda de la falta de preocupación del político español
por sus conciudadanos, estoy convencido de que, al igual que tuvo San Juan, usted
ya ha experimentado su propia revelación. Y, segundo, la recuperación económica se nos está escapando de las manos.
De la primera cuestión no voy a narrarles hoy puesto que mucho se ha hablado y se seguirá hablando. La interesante es la segunda. La relativa a la economía y por tanto, eje fundamental de esta cartera. Por ello hoy quiero hacer especial hincapié en uno de los aspectos económicos más comentados y que más preocupan a los políticos y a las AAPP: el presupuesto.
Se suele decir que la gestión de un presupuesto es sencilla, sin
embargo, ¿han pensado ustedes en la enorme cantidad de variables que intervienen
en un presupuesto nacional? Por no decir las fuertes presiones de determinados lobbies por mantener su status quo. Bien, realmente no es una
cuestión fácil, de acuerdo. Sin embargo, ¿usted cree que es mejorable? ¿Cómo la
mejoraría usted? Desde este Ministerio
se propone un giro de timón, un nuevo modelo presupuestario que suponga
ahorros considerables y no requiera de
incrementos sustanciales de la carga fiscal.
incrementos sustanciales de la carga fiscal.
Es España, al igual que en otros muchos países, el
establecimiento del presupuesto se realiza tomando como punto de partida las
necesidades de gasto del año anterior y ese nivel de gasto se extrapola al año
siguiente. Esos
históricos de presupuesto son ajustados a efectos inflacionarios, añadiéndose
además gastos correspondientes a la consecución de objetivos nuevos para ese
año. Comienza así una espiral inflacionista que deja de ser factible en el
momento en el que se ingresa menos, tal y como estamos viviendo en la
actualidad. No
obstante, qué ocurriría si no se tomara como modelo un año anterior, sino que
se estableciese un Presupuesto de Base Cero (PBC). Es
decir, que el presupuesto se planificase año a año de acuerdo con las
justificaciones de cada administrador. Así, cada unidad gestora de la administración obtendría financiación según
la explicación de cada uno de sus gastos, lo que sin duda eliminaría
partidas obsoletas y no se financiarían programas que no se ajustasen a las
necesidades de los ciudadanos. La racionalización del gasto permitiría evitar
el despilfarro, reducir el déficit y aliviar la presión fiscal de los
ciudadanos. Asimismo, se mejoraría la
imagen que los españoles poseen de su Administración, ya que sería más
eficiente y demostraría preocupación e interés por sus cuentas.
Este modelo no es nuevo, fue desarrollado por Peter A. Pyhrr
en 1970 y supuso una revolución
en Estados Unidos, ya que estados como Georgia lo implantaron y alcanzaron
importantes niveles de ahorro. Ahora
bien, el modelo fue desechado por la enorme burocracia que requiere, y sobre
todo, por la propia estructura del Sector Público, que fracasa en su
comunicación interna, la superposición de intereses personales frente a los
comunes o el constante cambio de gobierno.
No obstante, las
ventajas son claramente superiores a los inconvenientes. ¿Por qué no intentarlo?
Al menos, en determinados aspectos y organismos públicos, de forma que, poco a
poco, se realizara una lenta, pero constante transformación de la
administración que le permitiese ser más competitiva con menos presupuesto.
Gonzalo Bonelo
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