El Ala Oeste de la Moncloa: Entre lo malo y lo peor

martes, 8 de noviembre de 2016

Entre lo malo y lo peor

ATENDIENDO A LO QUE A NOSOTROS NOS ATAÑE COMO PAÍS ALIADO, HAY QUE DECIR QUE NINGUNO DE LOS DOS CANDIDATOS NOS ES A PRIORI ESPECIALMENTE BENEFICIOSO

Hoy, primer martes después del primer lunes de noviembre, los estadounidenses decidirán quién quieren que les dirija durante los próximos cuatro años. Las últimas encuestas apuntan a que tendrán lugar unas elecciones bastante más reñidas de lo que se ha venido apuntando en las anteriores semanas y meses. Sin embargo, debido a las características especiales del sistema electoral de los Estados Unidos el márgen existente a estas horas es muy amplio, oscilando desde una victoria por la mínima del candidato republicano Donald Trump, con el apoyo del voto popular, hasta una victoria holgada por parte de la candidata demócrata Hilary Cliton pero sin ni siquiera contar con el voto popular. La clave, como siempre, residirá en los delegados de cada Estado.

Las claves para entender el auge de ambos candidatos, a pesar de ser bastante pésimos, en sus respectivos partidos, así como los matices de la campaña requeriría de varios artículos para comenzar a comprender un poco que es lo que está pasando en el otro lado del atlántico. Sin embargo, atendiendo a lo que a nosotros, como país aliado, nos atañe hay que decir que ninguno de los dos candidatos nos es a priori especialmente beneficioso.

Cualquiera que conozca un poco el mundo de la farándula yanqui sabe quién es Donald Trump, y aunque muchos no sabían el origen de su fortuna, a día de hoy es poco probable que no conozcan ya la historia del préstamo de un millón de dólares que el empresario Fred Trump otorgo a su hijo Donald para que este pudiera crear su imperio.


Hoy es primer martes después del primer lunes de noviembre
Es evidente que este magnate del ladrillo no es el prototipo de político de Washington, ni del de ningún país occidental. Teniendo más en común con líderes de países populistas latinoamericanos. Sin embargo, en ocasiones todas las críticas al candidato republicano se limitan a la forma de su mensaje y no se centran en su contenido, o al menos no en el aspecto más serio y pragmático de sus promesas electorales. Además de los problemas migratorios, con el famoso muro, y financieros que causarían una victoria de Trump, hay que añadir el relacionado a la presencia militar de los americanos en el mundo. Lo que posiblemente sea el problema político más serio de todos.

Mucho se ha especulado sobre las supuestas relaciones de Trump con VladimirPutin, personaje que merece un análisis particular y minucioso, y cuya simple sospecha de que el futuro líder del mundo libre vea en este sujeto un aliado de vital importancia, tiene acongojada a toda la comunidad internacional. Por otra parte, ya son bien conocidas las intenciones de Trump de no seguir financiando la OTAN, a la que pertenece España, y la cual vería seriamente mermada su capacidad de actuación sin el apoyo de su socio principal. No olvidemos que la OTAN, tras la Guerra de Irak, está siendo clave para sofocar conflictos bélicos allí donde los países occidentales, y sobre todo EEUU, no se atreven a entrar solos por miedo a las repercusiones mediáticas. Véase Libia.

Sin embargo, el mayor de los problemas que supondría la llegada de Donal Trump a la casa blanca es la clara obsesión que tiene por medir sus fuerzas con China. No sabemos si ello se debe a sus más que conocidos calentones, producidos por su incontinencia verbal, o si honestamente tiene en mente rodear China de portaaviones y comenzar con ella una guerra de divisas. Si efectivamente esta última promesa se cumpliese, aunque fuese en una pequeña parte, teniendo en cuenta que el gigante asiático es el principal comprador de deuda pública americana y europea, el drama está servido.

Por su parte, la candidata demócrata, a pesar de contar con el apoyo de las grandes corporaciones y entidades financieras, escenificado casi oficialmente en el apoyo explícito del The Economist, no deja de ser una candidata bastante floja que tampoco despierta gran emoción entre los aliados de los Estados Unidos.

Hilary representa todo aquello que el ciudadano medio americano detesta y aunque en política internacional no se tiene constancia de que es lo que concretamente tiene pensado hacer, la ex Primera Dama y Secretaria de Estado no tiene un buen currículum a este respecto. Además de su problema con los correos, cosa que en cualquier otro país no hubiese alcanzado la repercusión que ha alcanzado ahí, hay que añadir su incompetencia a la hora de gestionar el problema del ISIS, armando y apoyando al frente AlNusra, para luego acabar pidiendo perdón por el desastre.

Hoy, a ojos de la comunidad internacional, los americanos eligen entre lo malo y lo peor.

Luis Miguel Melián

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