ATENDIENDO
A LO QUE A NOSOTROS NOS ATAÑE COMO PAÍS ALIADO, HAY QUE DECIR QUE NINGUNO DE LOS
DOS CANDIDATOS NOS ES A PRIORI ESPECIALMENTE BENEFICIOSO
Hoy, primer martes después
del primer lunes de noviembre, los estadounidenses decidirán quién quieren que
les dirija durante los próximos cuatro años. Las últimas encuestas apuntan a
que tendrán lugar unas elecciones bastante más reñidas de lo que se ha venido
apuntando en las anteriores semanas y meses. Sin embargo, debido a las
características especiales del sistema electoral de los Estados Unidos el
márgen existente a estas horas es muy amplio, oscilando desde una victoria por
la mínima del candidato republicano Donald Trump, con el apoyo del voto
popular, hasta una victoria holgada por parte de la candidata demócrata Hilary
Cliton pero sin ni siquiera contar con el voto popular. La clave, como siempre,
residirá en los delegados de cada Estado.
Las claves para entender el
auge de ambos candidatos, a pesar de ser bastante pésimos, en sus respectivos
partidos, así como los matices de la campaña requeriría de varios artículos
para comenzar a comprender un poco que es lo que está pasando en el otro lado
del atlántico. Sin embargo, atendiendo a lo que a nosotros, como país aliado,
nos atañe hay que decir que ninguno de los dos candidatos nos es a priori
especialmente beneficioso.
Cualquiera que conozca un
poco el mundo de la farándula yanqui sabe quién es Donald Trump, y aunque
muchos no sabían el origen de su fortuna, a día de hoy es poco probable que no
conozcan ya la historia del préstamo de un millón de dólares que el empresario Fred Trump otorgo a su hijo Donald para
que este pudiera crear su imperio.
Hoy es primer martes después del primer lunes de noviembre |
Es evidente que este magnate
del ladrillo no es el prototipo de político de Washington, ni del de ningún
país occidental. Teniendo más en común con líderes de países populistas
latinoamericanos. Sin embargo, en ocasiones todas las críticas al candidato
republicano se limitan a la forma de su mensaje y no se centran en su
contenido, o al menos no en el aspecto más serio y pragmático de sus promesas
electorales. Además de los problemas migratorios, con el famoso muro,
y financieros
que causarían una victoria de Trump, hay que añadir el relacionado a la
presencia militar de los americanos en el mundo. Lo que posiblemente sea el
problema político más serio de todos.
Mucho se ha especulado sobre
las supuestas relaciones de Trump con VladimirPutin, personaje que merece un análisis particular y minucioso,
y cuya simple sospecha de que el futuro líder del mundo libre vea en este sujeto
un aliado de vital importancia, tiene acongojada a toda la comunidad
internacional. Por otra parte, ya son bien conocidas las intenciones de
Trump de no seguir financiando la OTAN,
a la que pertenece España, y la cual vería seriamente mermada su capacidad de
actuación sin el apoyo de su socio principal. No olvidemos que la OTAN, tras la
Guerra de Irak, está siendo clave para sofocar conflictos bélicos allí donde
los países occidentales, y sobre todo EEUU, no se atreven a entrar
solos por miedo a las repercusiones mediáticas. Véase Libia.
Sin embargo, el mayor de los
problemas que supondría la llegada de Donal Trump a la casa blanca es la clara
obsesión que tiene por medir sus fuerzas con China.
No sabemos si ello se debe a sus más que conocidos calentones, producidos por
su incontinencia verbal, o si honestamente tiene en mente rodear China de
portaaviones y comenzar con ella una guerra de divisas. Si efectivamente esta última promesa se cumpliese, aunque fuese en una pequeña parte, teniendo en
cuenta que el gigante asiático es el principal comprador de deuda pública
americana y europea, el drama está servido.
Por su parte, la candidata
demócrata, a pesar de contar con el apoyo de las grandes corporaciones y
entidades financieras, escenificado casi oficialmente en el apoyo explícito del
The Economist,
no deja de ser una candidata bastante floja que tampoco despierta gran emoción
entre los aliados de los Estados Unidos.
Hilary representa todo
aquello que el ciudadano medio americano detesta y aunque en política
internacional no se tiene constancia de que es lo que concretamente tiene
pensado hacer, la ex Primera Dama y Secretaria de Estado no tiene un buen
currículum a este respecto. Además de su problema con los correos, cosa que en
cualquier otro país no hubiese alcanzado la repercusión que ha alcanzado ahí,
hay que añadir su incompetencia a la hora de gestionar el problema del ISIS,
armando y apoyando al frente AlNusra, para luego acabar pidiendo perdón por el desastre.
Hoy, a ojos de la comunidad
internacional, los americanos eligen entre lo malo y lo peor.
Luis Miguel Melián
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