LA BOCHORNOSA IMAGEN EN UNA HABANA VESTIDA
DE GALA PARA RECIBIR A LAS DOS COMITIVAS SENTADAS A LA PAR, POR LA CUAL SE
HACÍA ENTENDER QUE LO QUE AHÍ SE ESTABA FIRMANDO ERA UN ACUERDO EN PRO DE LA JUSTICIA. EL PROBLEMA ESTRIBA EN LO QUE PARA ESTOS INFAMES DIRIGENTES,
GUERRILLEROS O PERIODISTAS SUPONE LA PALABRA JUSTICIA
El día 7 de Octubre
le fue otorgado al presidente colombiano Juan Manuel Santos el Premio Nobel de
la Paz como resultado de sus “decididos esfuerzos" por llevar la
paz a su país, buscando poner fin al conflicto armado que lleva 52 años
enfrentando al gobierno de su país con la guerrilla paramilitar las FARC.
Sin embargo, esta edición, como ya ocurrió en el pasado con otros galardonados, como el presidente
norteamericano Barack Obama, se ha visto rodeada de una profunda controversia ya que se entiende que los encargados
de entregar el premio se han posicionado políticamente en favor de las tesis
defendidas por aquellos que el domingo 2 de Octubre hacían campaña por el “SÍ”,
sí a buscar un acuerdo de paz entre verdugos y víctimas, y que finamente salió
derrotado ante aquellos que optaron por el “NO”.
Se trataba de un plebiscito clave para el devenir de una sociedad ejemplar que a pesar de
haber sido duramente castigada durante décadas con la lacra del terrorismo ha
sabido mantener su dignidad como país en momentos de gran complejidad, como
por ejemplo este. Los distintos medios y agencias de comunicación, como era de
esperar, se hicieron eco del resultado añadiendo en muchos casos determinados
juicios de valores, en ocasiones muy sesgados desde el punto de vista de la
realidad informativa. Durante estas semanas no ha sido raro encontrar titulares
en los que se hace referencia a la situación con frases como “Colombia ha dicho
NO a la paz”. Afirmaciones que, lejos de tener nada que ver con la realidad, esconden algo
tremendamente perverso y es el interés de algunos en tratar de justificar lo
injustificable en favor de sus propias empresas personales.
Una cosa es la paz y otra cosa es rendirse ante las exigencias de los verdugos que ejecutan por la espalda con disparos a la nuca |
Hace un año Estados Unidos ya consiguió llegar a un primer acuerdo para
desatascar la situación política en Cuba, llegando a mostrarnos escenas tan
humillantes, como tristemente necesarias, de todo un Secretario de Estado de un país democrático como John Kerry rindiéndose ante el canciller cubano Bruno Rodríguez al reconocerle legitimidad
a una Cuba dirigida por los “constantes revolucionarios” hermanos Castro. Sin
embargo, esta estampa poco tiene que ver con la bochornosa imagen de una Habana
vestida de gala para recibir a las dos comitivas sentadas a la par, totalmente
ataviadas de blanco, queriendo trasmitir una ridícula sensación de buena
voluntad, por la cual se hacía entender que lo
que ahí se estaba firmando era un acuerdo en pro de la justica. El problema
estriba en analizar lo que para estos infames dirigentes, guerrilleros o
periodista supone la palabra justicia.
Ni la Paz ni desde luego la Justicia podrían entenderse enmarcados
en un acuerdo que reuniese una serie de puntos claramente rechazables por
cualquier estado que tenga un mínimo de conciencia de lo que es el dolor
humano. Los puntos por los cuales el “NO” de Uribe
salió vencedor del referéndum fueron principalmente, la amnistía otorgada a
todos aquellos criminales “de guerra”, que hubiesen quedado blindados con dicho
acuerdo. No tendrían prisión los crímenes contra el derecho humanitario como el
reclutamiento de niños, la violación como arma de guerra, ni los secuestros.
Además hubiesen quedado constitucionalmente prohibidos los bombardeos a los
campamentos cocaleros; las fumigaciones aéreas; las extradiciones de
narcotraficantes; y la acción de la policía
y el Ejército contra el narcotráfico. Y por último, el acuerdo hubiese facilitado
la existencia política de las Farc, otorgándoles diez escaños en el congreso
durante dos periodos legislativos, tras lo cual tendrían que haberlos
ganado mediante el voto. Adicionalmente, se les otorgaba el derecho a
participar en la elección de 16 escaños especiales de las zonas más afectadas
por el conflicto y tendrán 31 emisoras y un canal de televisión para difundir
su ideología, herramienta que casualmente no posee ninguno de los partidos
políticos tradicionales de Colombia.
Por todos estos motivos es por lo que la
sociedad colombiana decidió decir que NO al acuerdo de Santos con las FARC. Y
es algo de lo que deberíamos tomar buena nota en España, ya que una cosa es la
paz y otra cosa es rendirse ante las exigencias de los verdugos que ejecutan
por la espalda con disparos a la nuca y que hoy en día ostentan,
vergonzosamente, cargos públicos en nuestras instituciones.
Luis Miguel Melián
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